miércoles, 14 de marzo de 2012

Amar a un hombre como se ama al Mar.

Después de mucho sentirlo, pero sin ponerle la lógica nombrándolo con palabras, hoy por fin me di cuenta, que mi amor se explica en la forma como amo al Mar, si, es la manera más fácil, el ejemplo más perfecto, el mar tiene todas las contradicciones en el, es caprichoso, es traicionero, pero seduce, es hermoso, le gusta que lo mimen, que lo toquen, que se fundan en el, que le canten, y lo miren embelesados  por horas, y horas.
El Mar es un amor de esos que no se olvida, que es voluble, pero uno jamás podrá cansarse de él, es mortal, y aún así se toma el riesgo, de morir en sus anchas, por el placer de haberlo disfrutado.
 Unos días amanece bravo, brava, porque más bien parece una mujer caprichosa, pero al día siguiente, sin ninguna explicación te acoge en sus aguas tranquilas meciéndote hasta sentir una tranquilidad casi maternal.
Yo lo amo, y lo que siento cuando pienso en el, cuando lo veo, cuando lo huelo, cuando me fundo  en él, no lo puedo explicar con palabras, así las usara todas, el sentimiento es de la misma inmensidad con que se ve el.
Lo amo, sin que el me corresponda, lo amo por su naturaleza, porque no puedo tenerlo siempre que quiera, porque me hace extrañarlo, y pensarlo todos los días, porque tiene misterios, que nunca voy a poder saber, porque con el siempre es una experiencia distinta, que me aleja de la rutina, porque así me funda en el, sé que jamás podré tenerlo completamente, ni para mi sola en una botellita de cristal en mi habitación, y por eso es que lo amo, y por eso es que lo extraño.
Porque puedo pasar años sin verlo, y lo pienso igual, y mi amor sigue igual, intacto, porque está lleno de historias que me gusta imaginar, de secretos, de tesoros que no sabre, por eso solo me queda imaginármelas, disfrutarlo cuando el me deje, y mientras tanto pensarlo, y cantarle canciones.
Acaso eso no es lo que siento al estar enamorada de un simple mortal?


No hay comentarios:

Publicar un comentario